Inteligencia emocional: la gran imprescindible en el trabajo
Estás en la sala de espera, sentada, un poco nerviosa por los resultados que ya hacía semanas que esperabas. De golpe, alguien grita tu nombre detrás de aquella puerta. No le ves ni la cara, pero supones que es tu doctor. Te levantas y te diriges a aquella salita. Y cuando entras, como siempre, te lo encuentras allí en el ordenador, tecleando y sin levantar la mirada. Ni un simple “buenos días”, ni una invitación para que dispongas a sentarte. “Bueno, es médico. Seguro que tiene mucho trabajo” piensas. Así que ni malgastas el tiempo en darle vueltas, aunque tus nervios han augmentado. Ha llegado el momento de saber los resultados. “Has dado positivo” Lo suelta directamente…